sábado, 2 de agosto de 2014

¿Sabías que los atardeceres son rojos por un efecto de refracción de la luz?




La luz que proviene del Sol, realmente es blanca. Corresponde a una mezcla de los colores que vemos en el arcoíris, llamados colores luz.

Cuando la luz del Sol entra en la atmósfera, choca con las moléculas de los gases que la componen y con las partículas en suspensión, sufriendo desviaciones. Por la tarde, debido a la posición del Sol, ocurren mayores desviaciones ya que el pedazo de atmósfera que tiene que atravesar es más extenso, y el único color que llega a nuestros ojos es el rojo.
La desviación que sufren los colores que componen la luz solar, por efecto de los choques con las moléculas de oxígeno y de nitrógeno, es diferente para cada color. Técnicamente se diría que es distinta para cada longitud de onda: mientras mayor es la longitud de onda, menor es la desviación.
Los colores que más se desvían son el violeta y el azul (los de menor longitud de onda), y los que menos se desvían son el amarillo, el naranja y el rojo (cuya longitud de onda es la mayor del espectro visible). La trayectoria de la luz roja casi no sufre alteración.
Durante el día, al Sol lo vemos amarillo-anaranjado porque nuestro ojo es particularmente sensible al amarillo. Pero en la tarde, por la posición del Sol, el pedazo de atmósfera que tiene que atravesar la luz del Sol es mayor que durante el resto del día. De modo que sufre numerosas desviaciones y el único color que llega a nuestros ojos es el rojo.
El violeta y el azul llegan a nosotros después de algunos rebotes en la atmósfera y parecieran venir de otras posiciones y no del Sol. Por eso vemos azul el cielo.
Los fenómenos descritos se conocen con el nombre de efecto Tyndall (en honor a John Tyndall, que dio en 1859 los primeros pasos para explicar el color del cielo) o scattering de Rayleigh (que algunos años más tarde lo estudió con mayor detalle).

FUENTE: Roberto Hojman. Doctor en Física.

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